Ex campeón de boxeo fue una de las víctimas de un triple homicidio con sello narco en Rosario.

Brian Nahuel «La cobra» Zarza murió acribillado junto a otros dos hombres en la puerta de un pasillo de Cerrillos al 3700 donde vivía y funciona un búnker

Brian Nahuel “La cobra” Zarza tenía 27 años y el 1º de mayo de 2016 había alcanzado la fama que persiguió desde muy chico, cuando se subió por primera vez a un ring de boxeo. Aquel día, en el estadio “Arena Roberto Duran” de la ciudad de Panamá noqueó técnicamente en tres rounds al panameño Alberto “Metralleta” Mosquera y obtuvo el título Fedelatin de la Asociación Mundial de Box (AMB) en la división superliviano.

 Pero aquella llegada al estrellato le duró poco menos de cinco años. La noche del viernes, mientras estaba junto a un par de amigos en la puerta del humilde pasillo de Cerrillos al 3700 donde vivía con su familia, en la empobrecida zona sudoeste de la ciudad, fue acribillado a balazos por dos sicarios que llegaron en una moto y se enfrentaron con quienes acompañaban a “La cobra”.

El resultado de esa última pelea no solo terminó con su vida sino también con las de Lucas Ariel Riveros Luján, de 24 años, y Esteban Damián Benítez, de 34. En tanto, un vecino de Zarza identificado como Miguel Angel Alcaraz, de 42 años, recibió varios disparos y anoche permanecía en estado desesperante en el Hospital de Emergencia Clemente Alvarez.

El triple crimen se produjo minutos antes de la medianoche del viernes, cuando los agentes de la Brigada de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) aún no habían terminado de realizar su trabajo en torno al asesinato del empleado metalúrgico Luis Leones, un hombre de 34 años que junto a un grupo de amigos tomaba cervezas y gaseosas frente a un quiosco de Cullen al 3200 pasadas las 18.30 de anteayer después de jugar un picado de fútbol.

Allí fueron atacados a tiros desde una moto y sin miramientos. Además de la muerte de Leones, tres jóvenes resultaron heridos. “Eso podría haber sido una verdadera matanza. Tiraron sin mirar a quien y por lo que tenemos investigado hasta ahora, el blanco de las balas no era ninguno de los que fueron alcanzados sino un tipo que estaba a unos cinco metros de ellos”, confió un vocero policial que la mañana de ayer seguía sin dormir después de un día en el que hubo 5 homicidios en 12 horas.

Los vecinos de Cerrillos al 3700, unos 150 metros al sur de bulevar Seguí al 5000, no se sorprendieron por las balas que sacudieron la zona minutos antes de la medianoche del viernes. Están acostumbrados a que por allí pasen motos haciendo cortes en sus motores simulando el ruido de las balas, a que disparen contra el frente de las propiedades y a que de vez en cuando la muerte se haga presente de manera violenta. Incluso saben, aunque no lo quieran decir públicamente, que en el interior del pasillo donde vivía “La cobra” Zarza funciona un quiosco de venta de drogas que origina varios de los hechos que luego ven reflejarse en las crónicas policiales.

En la puerta de ese pasillo estaban Zarza, Benítez y un par de muchachos más dejando que el tiempo pasara. Entonces llegó al lugar una moto Honda CG Titán negra y sin patente con dos ocupantes. Dicen testigos del momento que hubo una discusión entre quienes ya estaban en el pasillo y los motociclistas, que las palabras fueron subiendo de tono y que “de un momento al otro salieron a relucir la armas de fuego” que desataron el pandemónium. 

“Para nosotros por ahora todo indica que hubo un enfrentamiento, que hubo disparos de ambos lados. En el lugar, tanto sobre la calle como en el interior del pasillo, quedaron 18 vainas servidas calibre 9 milímetros y tres plomos deformados. En el patio delantero de una de las casas era visible una gran mancha de sangre y tres envoltorios con cocaína, y la moto en la que llegaron los agresores quedó estacionada en el lugar”, dijo un pesquisa que estuvo en la escena del episodio.

Sin embargo, no se halló ningún arma de fuego, lo que llevó a los investigadores a suponer que antes de su arribo alguien limpió el sitio, y los médicos que atendieron a los contendientes en el Heca entregaron a los policías teléfonos celulares que portaban las víctimas, elementos que serán de suma importancia para el avance de la pesquisa y el esclarecimiento de lo ocurrido.

En el cruce de tiros “La cobra» y Esteban Benítez fueron alcanzado por múltiples proyectiles y cayeron agonizantes al piso de tierra. Poco después ambulancias del Sies los trasladaron al Hospital de Emergencias donde llegaron sin vida. En tanto, Lucas Riveros Luján y Miguel Alcaraz fueron trasladados por vecinos del lugar al mismo centro asistencial en autos particulares. El primero falleció a pesar de las atenciones brindadas por los médicos y el segundo anoche permanecía internado en grave estado en terapia intensiva.

Fuentes de la fiscalía, aseguraron ayer que Zarza había sido víctima de un ataque a tiros ya en 2019, hecho en el cual salvó su vida de milagro. Entonces el ex boxeador achacó el hecho a “una mujer a la que sindicó como vendedora de estupefacientes”. Además, el año pasado fue imputado por delitos contra la salud pública y por circular en un vehículo que tenía pedido de captura por haber sido robado en 2018. 

Sobre Luján, quien tenía domicilio en Pérez, registraba una causa por encubrimiento de robo en 2011, una detención por robo en 2012, otra en 2015 y dos tentativas de robo. En tanto, de Benítez dijeron las fuentes que estaba afincado en el sur rosarino y tenía antecedentes penales por casos de hurto, robos, encubrimiento y resistencia a la autoridad.

Acerca de los móviles del violento hecho que volvió a vestir de muerte la noche de Rosario, para los investigadores no caben dudas de que se trató de un enfrentamiento vinculado al narcomenudeo. “Los dos que llegaron en la moto no eran del barrio y no creemos que hayan ido a comprar drogas al quiosco que está ahí. Lo más posible es que haya habido alguna deuda impaga o una disputa del territorio, motivo suficiente para que ese punto de ventas siga funcionando o no”, aseguraron los voceros.

La investigación quedó en manos de la fiscal de Homicidios Marisol Fabbro, quien estuvo en el lugar y ordenó a los agentes de la AIC que recabaran testimonios en el vecindario, levantaran elementos de prueba y trataran de localizar cámaras de videovigilancia públicas o privadas de las cuales se puedan extraer imágenes que permitan llevar a aclarar el triple homicidio.

Una historia truncada por las drogas y las malas compañías.

Brian Nahuel “La cobra” Zarza siguió la carrera de su padre, Zoilo Rafael Zarza, quien hizo unas pocas peleas como profesional allá por 1978 pero con malos resultados. Sin embargo nunca se alejó del deporte de los puños y acompañó a su hijo a lo largo de su corta carrera. El fue su entrenador y estuvo en el rincón del ring de Panamá aquel 1º de mayo de 2016 cuando el muchacho que entonces tenía 23 años ganó el título Fedelatin de la Asociación Mundial (AMB) en la división superliviano al vencer a Alberto “Metralleta” Mosquera por nocaut técnico en el tercer asalto.

Tras aquel combate “La cobra”, al que le pusieron ese apodo por su parecido físico con el famoso Tommy Hearns, sumó un récord de 14 peleas ganadas con 8 nocauts, 2 perdidas y 3 empates. Un año después reapareció en una pelea contra Leandro Almagro en la que perdió poniendo fin a su corto recorrido boxístico.

Un hombre ligado al boxeo rosarino que siguió su carrera y lo conocía desde chico lo definió como “un peleador de muchas condiciones que creció en un ámbito para nada amigable con un deportista. Después de obtener el título en Panamá estaba a las puertas del despegue, pero se dejó estar y el entorno en el que vivía lo llevó a tener las peores compañías y terminar de esta manera”. Y agregó: “Una vez fuimos a buscarlo hasta la casa para que retomara la carrera, le dijimos que tenía mucho para dar, para salir del ambiente en el que se había metido, pero no quiso. Incluso creo que por entonces ya consumía drogas y eso empeoró su vida, por eso lo de ayer no me sorprendió. El terminó eligiendo quedarse allí, donde las malas compañías no lo ayudaron”.

En tanto, vecinos del barrio aseguraron que los padres de Zarza hicieron lo imposible para alejarlo de la droga. Zoilo había montado un pequeño y rústico gimnasio en su humilde casa para que los chicos del barrio vayan a practicar y su madre llegó a tener un comedor comunitario al que asistían unos 40 pibes. Pero a La cobra no le importó. “Lo empezaron a apretar, a decirle que se dejara de joder con el gimnasio y lograron quebrarlo”, afirmó un dirigente barrial sobre el triste final del boxeador.

 

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