Algunos apuntes sobre la nueva condena al Guille Cantero. En 2007 «Los Monos» se constituyeron en un poder de facto en los barrios 17 de agosto, La Granada y gran parte de Las Flores, tal como lo estableció la justicia provincial en 2017.
En aquel año comenzaron a incursionar fuertemente en el «palo» del narcotráfico convirtiéndose en la banda narcopolicial más fuerte de Rosario hasta 2013, cuando lo matan al «Pájaro» Cantero, el Guille queda como jefe pero rápidamente es detenido.
Ese año el departamento Rosario tuvo 264 homicidios, cuadruplicando la tasa de asesinatos de la media nacional. Nuestro drama como sociedad es que se trata de la parábola de una banda que, de acuerdo a los dichos de jueza y fiscales, volvió a su origen, la venta del servicio de violencias. La parábola del Guille, en definitiva, nos muestra la declinación de una banda narcopolicial de narcomenudeo, uno de los últimos eslabones de la cadena del negocio del narcotráfico.
Allí reside nuestro mayor problema. Los otros eslabones, los superiores, los capaces de importar insumos químicos y pasta base, los encargados de contactar depósitos fiscales, abrir bodegas y puertos privados, dormir causas judiciales, depositar en bancos o cuevas financieras de la ciudad y la provincia; esos eslabones superiores, por ahora, no los conocemos.
Esa ignorancia sobre las caras y los nombres de los delincuentes de guante blanco es el tamaño de nuestro drama. Porque si una banda de narcomenudeo que tiene poder de fuego y también dinero pone en vilo a toda la sociedad hay que pensar lo que puede suceder cuando realmente vayamos contra los grandes poderes que no viven en los barrios desangelados. Pero ese es nuestro desafío. Nuestra pelea.